El
aceite de oliva virgen extra, como el resto de grasas, requiere que sea mantenido
en unas adecuadas condiciones ambientales para conservar a lo largo del tiempo las
características organolépticas. Una deficiente conservación hará que los aromas
y sabores agradables disminuyan y que puedan aparecer otros indeseables que
deprecien el producto.
Para
una adecuada conservación del aceite de oliva virgen extra, se debe proteger de la luz y debe ser mantenido
a una temperatura lo más constante posible, sin grandes
oscilaciones. La temperatura no debe ser ni muy elevada ni baja,
preferentemente entre 15ºC y 20ºC.
Es
importante mantenerlo lo más aislado
posible del aire, pues en contacto
con él se producen fenómenos de oxidación que produce el enranciamiento, así como que pueda adquirir sabores u olores del aire que le rodea.
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